jueves, 5 de noviembre de 2009
Papercut Bliss
En aquel momento, no sabía como había llegado hasta aquel lugar, pues sólo el paso del tiempo me llevó a indagar qué senda determinaría mis pasos. No recuerdo si el cielo se alzaba gris tormentoso, o sus colores guardaban el matiz radiante de los días de verano que aguardaban cercanos su momento; no recuerdo si el sol se alzaba solemne sobre los cultivos salpicados con retales de fertilidad, o si estaba rodeada de la esencia a marchita ciudad. No recuerdo nada de eso, solo que ante mi, imponente, se alzaba un edificio. Su fachada era corriente, de tonos apagados, y por su altura, concebí que no se trataba de un edificio demasiado grande. Muy cerca de la entrada, descubrí una ventana. Llevada por la curiosidad, me alcé para llegar al vano, protegido por rejas de fino acero, y sostenida sobre el alféizar, intenté divisar elementos del interior, pero no fui capaz de observar siquiera signos de habitabilidad; la oscuridad adueñaba la estancia.
Una pequeña puerta de madera daba paso al edificio. Un conmovedor deseo de descubrir algo más allá del simple revestimiento de aquella construcción me condujo a posar mi mano en el pomo, de manera delicada, como si tuviera miedo de que se fuera a desvanecer. Al girar, no hizo falta ningún movimiento forzado, pues la cerradura cedió sola con el gesto de delicadeza. Empujé la puerta, y el crepitante sonido que emergió de cada milímetro de la madera me dio la bienvenida. Había entrado, casi sin darme cuenta de ello. El vestíbulo, vacío y oscuro, daba la impresión de dar una imagen diferente a lo que en realidad era el interior. Continué por el pasillo que se extendía algunos pasos más allá.
A cada pisada que daba a través del pasaje, la luz se volvía cada vez más nítida, hasta llegar a una pequeña sala gris con varias puertas y sin muebles iluminada por una pequeña vela. Sus paredes estaban invadidas por infinidad de grietas, que le daban a la habitación un aspecto lúgubre y apagado, a pesar de la tenue llama. No resultó difícil encontrar una llave tirada en el suelo polvoriento, que permitió mi paso a las diferentes estancias de la casa. Algunas estancias, invadidas por inmundicia y telarañas de perfecta simetría, hacia tiempo que no se habían abierto, siendo el hastío derivado de la soledad el verdadero ocupante del edificio. Aún así, parecían encontrarse en mejor estado que la sala gris. Por aquel entonces, pensé que la propia casa esperaba mi llegada. Mientras yo había accedido fácilmente, pensé en los miles de viajeros que habían pasado de largo, sin percatarse de lo que podía albergar aquel sitio.
Tiempo, tiempo transcurriendo en aquellas habitaciones, cómodamente, con la seguridad que aquellas paredes me transmitían. Poco a poco, llené la sala gris con papel pintado perteneciente a otras estancias, papel que había caído por el desgaste del espacio. Y a medida que iba arreglando el lugar, el deseo de adueñarme de aquel edificio aumentaba por momentos, hasta que la tristeza se hizo palpable. Sabía que no podría obtener algo que no me pertenecía solo por el hecho de desearlo con todas mis fuerzas. Tal vez su antiguo dueño viniera a reclamar su hogar, o tal vez un nuevo viajero como yo quisiera hacerlo de su propiedad. Conocer la realidad, e intentar eludirla, fue lo que comenzó a deteriorarme.
Las noches pasaban, irremediablemente semejantes unas de otras, y preguntándome cómo había podido permanecer tanto tiempo en un lugar que no era mi hogar, donde sabía que no podía ser acogida siempre, pues yo buscaba ser dueña, pero mi mente reconocía la imposibilidad de mi anhelo. Las propias habitaciones tornaron más sombrías a medida que yo me llenaba de dudas, transmitiendo hostilidad, pidiendo que no permaneciera un minuto más en su interior. Quería huir, pero cadenas invisibles me ataban a cada rincón existente de la casa.
Sin fijarme en el calendario, un día cualquiera de un mes cualquiera, impulsada por el cansancio, el tiempo perdido, y el reconocimiento de las limitaciones, decidí aunar fuerzas y dejarme llevar por mis pensamientos racionales; decidí marcharme, aunque aún no sabía las consecuencias que eso tendría. Tomé mis pertenencias, y caminé hacia la salida. La puerta de madera cedió, liberándome de mi agonía de estar encerrada en aquel edificio segundo tras segundo, aliento tras aliento. Mis pasos se volvieron zancadas, en dirección contraria a la entrada por la que acababa de salir.
Tras alejarme metros considerables, eché la vista atrás. La puerta se había cerrado. Ya no podría volver. Una pequeña parte de mi ser intentaba convencerme de la carente importancia de ese hecho. Había permanecido mucho tiempo contemplando el interior que me había olvidado de todo lo que me rodeaba. Una parte demasiado pequeña, en comparación con la parte que intentaba convencerme de lo contrario.
De repente, cual frágil cristal fino se resquebraja al menor golpe, la estructura crujió. Observé horrorizada como los cristales de las ventanas tapiadas vibraban. La parte superior del edificio comenzaba a doblarse, con una facilidad pasmosa. Las tejas cayeron, rompiéndose en miles de fragmentos que liberaron pequeño granizo al aire. Lo percibí. Los cimientos no podrían soportar aquel caos. Tenía dos opciones.
martes, 27 de octubre de 2009
Ficheros Del Olvido
Nunca es fácil enfrentarse con nuestros demonios. O mejor dicho, es tan difícil como nosotros busquemos ponerlo. Ni era la primera vez que lo hacía ni sería la última.
Su demonio, esta vez, era un mirlo. Sí, un inocente e inofensivo pájaro, de aspecto agradable y por lo que parece, alegre, aunque de bastante mayor tamaño que lo normal, y con el pico más desarrollado.
El problema - pensó - es que, como siempre, nada es lo que realmente es. La gente no se suele dar cuenta es que los mirlos y los cuervos se parecen, y la verdad, se planteó que éste fuera uno de esas aves de carroña disfrazada. A fin de cuentas la naturaleza ya se la había jugado varias veces
Pero hay que admitir que lo tenía fácil, siendo sinceros. Arco, escopeta, pistola, lanza y ballesta. Era imposible fallar. O no. Hacía tiempo que el término imposible empezó a dejar de tener significado cuando tenía que ver con que algo saliera mal (y muy pocas, pero significativas, en cuanto a la bonanza).
Siempre tuvo la sensación de que la suerte no le bendecía. Se planteaba en su cabeza: “poniéndonos estadísticos, tengo un 2% aproximado de no conseguir darle”. Sabía, a ciencia cierta, que si existía ese porcentaje de error, no acertaría, y el pájaro acabaría atacándole.
Y sucedió de extraña forma. Las armas fueron cayendo una a una. La escopeta no disparaba cartuchos de perdigones, de alguna forma, el pájaro los tornó fraudulentos, al igual que las balas de pistola. El arco y la ballesta eran muy imprecisos por el fuerte viento que de un momento a otro acaeció, y fue cuestión de tiempo que se acabaran las flechas. Pero quedaba una última oportunidad, la lanza.
Tras unos rápidos y elegantes movimientos, la lanza rozó al pájaro, lo suficiente como para herirlo superficialmente. Tras sentir una punzada, echó un ligero vistazo a su brazo. El final del ala derecha del águila que llevaba tatuada en la espalda y parte de los hombros asomaban bajo la manga, y justo en una de las plumas de tinta pudo ver un corte, sin duda hecho por el animal. Brotaba sangre, más roja que el color verdoso habitual, y respiró aliviado. Aunque de un momento a otro, el animal se elevó hasta una considerable altura, y emprendió una brutal caída que finiquitó en su estómago, para luego irse, esperando encontrarse con él otra vez.
En el estado que se encontraba le costó enfocar la visión, pero pudo hacerlo lo suficiente para darse cuenta de que los ojos del pájaro eran puro ámbar. Ese era el rasgo, el que siempre se había repetido.
Enfrentar los temores, los miedos y los sufrimientos nunca fue fácil, lo sabía muy bien, pero no iba a dejar de intentarlo, como no lo había hecho nunca. Sabía que merecía la pena, porque había alguien que siempre estaba con él y le daba fuerzas, como muchas veces y de otras muchas formas sentía que había estado. Ese, el alado, oscuro y magnífico acompañante de su espalda. Ese que en un futuro, se volvería real, de carne y hueso.
miércoles, 14 de octubre de 2009
Evolucionismo
En fin, poniéndonos en situación, hoy hablaremos de una película que, desde mi punto de vista, ha roto moldes (y va a crear algunos nuevos): Distrito 9.
Desde el momento en que tuve la oportunidad de disfrutar del teaser trailer me di cuenta de que lo que venía tenía pinta de ser muy interesante. El argumento se localiza en una situación que se desarrolla en nuestro supuesto planeta treinta años antes, y lo que eso supondrá. Una nave extraterrestre se asienta en el aire sobre la ciudad de, pese a lo que cabe esperar, Johannesburgo, en Sudáfrica. Sin noticias de que pase nada en la construcción volante, el humano en su incansable impulso por forzar y saquear, decide entrar a la nave por la fuerza, para encontrarse dentro una raza de alienígenas enfermos y desnutridos, que requieren de atención médica. De esa forma, los humanos y los “bichos”, conviven cierto tiempo hasta que el gobierno decide meterlos en un barrio marginal: el Distrito 9.
Más adelante, Wikus Van De Merwe, protagonista del film, es encargado por una empresa, a dirigir una operación para trasladar a los extraterrestres. Y ahí comienza el desarrollo de la historia, que no desvelaré por si alguien no la ha visto y tiene intención.
Cinematográficamente, la belleza de la cinta es notable. Todo se plantea en base a un documental que narra la historia de Wikus, en el que se nos va contando la historia y la situación derivada del Distrito 9 por medio de entrevistas a familiares y amigos, mientras que a la vez, vemos escenas fuera del documental, con un ritmo bastante rápido, que hace que sin darte cuenta te veas en la historia pidiendo el siguiente paso.
Hay una variación bastante aceptable de la fotografía, y de los recursos que presenta: mientras que en momentos la cámara se porta al hombro del supuesto reportero (aportando naturalidad, un punto de vista en primera persona y cierto nerviosismo), se alterna con planos fijos, o en movimiento, cambiando a escenas más vistosas y amplias en momentos de acción. El trabajo de escenario es genial, viéndonos en medio de un campo de concentración con chabolas y basura, y en general, en la ciudad sudafricana, mezclado con un diseño que nos recuerda que estamos ante una película de ciencia-ficción, aunque a veces, por su elegancia y metáfora, cualquiera lo diría.
Porque en parte, la importancia de Distrito 9 en el mundo del cine está en que, siendo ciudadanos informados y cabales, podremos darnos cuenta de que si se presentara la situación, es casi seguro que ocurriría así. Simplemente los “falsos” comentarios de la gente en las entrevistas del ficticio documental (“si fueran de aquí a lo mejor lo soportaría, pero tío, son de otro planeta”), o la forma que tiene el brazo armado de tratar a la raza, puede llegar a ponernos los pelos de punta, al extrapolarlos a otras situaciones, como cualquier genocidio.
Por supuesto, no es una soberana obra del séptimo arte (a veces adolece faltas de fuerza en el guión que, pese a ser muy profundo, presenta un planteamiento que bien merecería prestar atención a temas que la película nos ofrece, aunque no aborda del todo), pero lo que es seguro es que estamos ante algo fresco dentro del cine, y sobre todo de la ciencia-ficción. Distrito 9 embellece el género, dándole seriedad y realismo, y, aunque tiene ciertos puntos negativos, merece ser recordada sobre muchas de sus compañeras de año. Soy de los que piensa que ya no se hace nada como antes (básicamente porque el mundo, con excepciones, parece que se está volviendo light... Prometo luchar contra eso xD), pero sin duda, se siguen dando pasos adelante. [7,7/10]
P.D: No soy dado a hacer críticas tan directamente, pero sinceramente, creo que ésta se lo merece. Lo bueno del cine es que la magia a veces no está solamente en las obras cumbres, sino, como en este caso, en producciones y direcciones nóveles. En fin, un saludo para todos (en especial a Abel, que me dice que le molan mis análisis, ¡gracias por eso!), espero que haya gustado y sobre todo que vean o hayan visto la película. ¡Hasta pronto!
sábado, 19 de septiembre de 2009
Redención
Muchas veces los veo, aunque desearía no verlos. La justicia, el amor y la abundancia, ordenes superiores a nuestra disposición que acaban truncados, violados, por negligentes movimientos que nadie aprecia, o que nadie comprende. Acaban tornándose en nuestra contra, convirtiéndose, irónicamente, en entes opuestos, figuras que arrasan, castigan y arrebatan, aunque sin perder su nombre original.
De alguna forma, aquí sentado sin nadie más, en ocasiones me siento observado, y que observo. Una vigilancia que se me antoja innecesaria, pero que a la vez demando, inconscientemente. Un ojo pasivo, una visión unidireccional, que yo dispongo, y, en el caso de que quisiera, yo destruyo. Pero no quiero. ¿O sí?
De pronto me encuentro allí, en mi propia isla del imperio de Oceanía, pegada a Eurasia. Un shock que viene de arriba me muestra casi por instinto al enemigo a mi lado, y aprieto los dientes. Pero me doy cuenta, tras enervarme en rabia y agresividad, de que no lo era. Lo asimilo cuando la punta de mi puñal estaba a centímetros de alcanzar su cuerpo, y razono con pesar cuántos, en mi situación, no han llegado a entenderlo, o lo han hecho ya con sangre ajena empañando la visión de sus manos.
Hoy, ahora, me siento en mi sillón, y mi mano se desplaza como con viva propia. Lo agarro, y mi pulgar golpea los botones automáticamente. Una alegoría melódica real, con malos, buenos y no tan buenos, víctimas y ganadores, se desliza ante mí a mediodía. Pero una sensación extraña me recorre, y con impotencia, mi corazón se acelera ansioso. No puedo distinguir quién hace de qué.
Y tras una sacudida mental, enfoco mi visión y sólo consigo ver en la pantalla la cara de un hombre, de penetrante y acusadora mirada, que me hace sentir yermo, turbio.
Así ocurre, así vivimos. A caballo entre dos mundos, uno real y el otro metafórico, en el que difícilmente sabemos qué es qué. En el que hasta las cosas más ciertas se transforman en duda. En el que dos más dos no tienen por qué ser exactamente cuatro.
Pero cuando todo estaba perdido, aparece la resistencia. Y aparece contigo, con nosotros. Un camino que no sabemos como acabará, pero que, al menos, es diferente.
Por eso, a veces me siento como él. Da igual cómo me llame, da igual de dónde sea. Porque en parte todos somos un poco Winston Smith. En parte, tal como somos humanos, y tal como hemos crecido, todos tendríamos que dudar de lo que está un escalón por encima. Incluso en esos momentos en los que, supuestamente, no deberíamos hacerlo.

P.D: Un verano corto que llega al final. Después de no sé si dos meses xD, volvemos a dar guerra por aquí con los más extraños delirios, esta vez en forma de ficticia "carta". La idea de esta entrada viene directamente de los documentales de Michael Moore: Farenheit 9/11 y Bowling For Columbine (de obligatorio visionado xD), de la increible novela 1984 de George Orwell, de la que probablemente hablaremos más adelante, y del genial último disco de Muse, The Resistance, que está practicamente dedicado a la distopía de Orwell. En fin, buen comienzo de curso para todos, y ¡hasta pronto!
viernes, 31 de julio de 2009
Ahora
Aves volando sobre mi cabeza, que mueven el mundo con exquisita suavidad. Alguien se cruza, no llego a observarlo. Sigo caminando, no hay ningún problema.
Otro paso, y sonrío, disfrutando, tal vez como nadie, del lado simple del mundo.
Distorsión en mi oído, sabes cómo se siente. Melodías, acordes, escalas, puentes y tríadas, que conforman figuras, que conforman cuerpos que conforman una realidad abstracta, compleja, perfecta y excitadora.
Suena un teclado, bajo y batería. Y me hacen pensar que aún podemos confiar en la humanidad, que el hombre sigue creando arte.
Así que levanto la mirada, y vuelo, porque disfruto, porque es genial.
Colores y formas, entran entrelazados entre sustancias biológicas aparentemente desprovistas de vida. Enfoco la visión, y de por sí, produce placer. Porque se puede disfrutar de la genialidad plasmada, esté o no en movimiento.
Imágenes, fotogramas, texturas y mezclas que suenan a colores. Susurran formas, fantásticas o no, y resultan mágicas, inspiradoras, celestiales.
Sorprende pensar que alguien las da a luz, me sorprendo adorando a los creadores.
Porque merece la pena el asombro, y sobre todo, saber y aprender a asombrarse, aprender a disfrutar de ello.
Y, ahora, me siento bien.
Birds flying high, you know how I feelSun in the sky, you know how I feelBreeze driftin' on by, you know how I feelIt's a new dawn, It's a new day, It's a new lifeFor me..And I'm feeling goodDragonfly out in the sun, you know what I mean, don't you knowButterflies all out having fun, you know what I mean
Sleep in peace, when, the this day is done
And this old world, is a new world, and a bold world
For me...Feeling good.
viernes, 17 de julio de 2009
Palabras Invisibles
Acompañado de pájaros, de palomas concretamente, seguía hacia delante. Pero de repente, el camino se tornó en oscuridad, cuando antes estaba bañado por una ligera luz anaranjada.
Se hizo la “noche”. Podía ver a mi alrededor árboles con formas extrañamente angulosas y metálicas, agujeros que parecían no tener fin, y en el cielo, un número indeterminado de ojos dirigían sus miradas hacia mí, como monitorizándome, a la vez que, de alguna forma, me guiaban.
Poco tenía sentido. El viento lucía color, como si de un río naranja salpicado de manchas azules se tratase, y no empujaba hacia delante o atrás, sino ascendía, de los pies a la cabeza, y de ahí al infinito. No es la realidad, no es lógico, pensé.
Y allí estaban, colocadas casi en fila, esperando a salir de mí. Siempre había creído de que para que algo se convierta en real debe simplemente impactar en el oído de otro. Nada es del todo real, consciente, hasta que deja nuestra mente para ser compartido. Nada vale en soledad, hace falta de otra persona que lo canalice.
Por eso estaban en ese estado. No parecían sanas, tampoco fuertes. Hacía tiempo que nadie las asimilaba, ni se apropiaba altruistamente de ellas. Estaba decidido, iban a salir.
Y abrí los ojos.
Ese era el mundo, la realidad, en el que ahora me veía rodeado de personas, aunque tintadas de un color grisáceo, excepto, extrañamente, los oídos.
Es el momento, funcionará, no estoy solo. Debo creer en esto, de la misma forma en que no creo en nada más, excepto en la duda.
Y abrí la boca.
De mí salieron mil rayos de color verde oscuro, que surcaron el paraje que tenía en frente. Intentaban entrar en las personas, pero pasó algo inesperado. Al acercarse a ellas, los seres se iban esfumando, aunque las orejas permanecían ahí.
No es lógico, el mundo no es lógico. Idiota, siempre hay algo más.
No sólo hacen falta oídos, hacen falta personas que quieran escuchar. La frase apareció en mi mente como si alguien la hubiera puesto ahí, y me sentí abrumado.
Un águila negra absorbió mis pensamientos, junto a toda la luz que la rodeaba. Y, con la misma facilidad, echó a volar, con una parte de mí en su haber. Me pesó no poder ir junto a ella.
Pero un rayo violeta que provino del ave atravesó mis orejas, y mi mente, para descubrirme que también yo era un águila, y podía ascender. Y ascendí, y el camino no se vino abajo.
lunes, 29 de junio de 2009
Journey
En este caso, volvemos ha hablar de cine (que hacía tiempo ya), concretamente de la cinta bélica de Francis Ford Coppola, estrenada en 1979, Apocalypse Now (Apocalipsis Now en español).
La película narra la historia de Willard, un capitán en plena guerra de Vietnam al que se le entrega la misión de buscar y matar al coronel Kurtz, que aparentemente ha perdido el juicio, y se ha instalado río arriba, autoproclamandose lider de la tribu Montagnard, que lo adoran como a un dios.
Durante el ascenso del río, el capitán Willard, a la vez que investiga y se fascina cada vez más por el curriculum de Kurtz, descubre la guerra en estado puro, y lo que no es la guerra también. Se deslizan en pantalla un sinfín de personajes, escenas y episodios que hacen de Apocalypse Now una obra casi homérica. Se predispone al recuerdo y, a fin de cuentas, a hacer historia, dejando escenas que quedarán en la historia del cine.
Es difícil despreciar algo, porque todo es, a su modo, impresionante. Robert Duvall, como se puede ver arriba, en su papel de comandante más preocupado por hacer surf que por lo que es la guerra en sí, un Lauren Fishbourne jovencísimo y, digamos flacucho, Martin Sheen haciendo el papel de su vida, y Marlon Brando en calidad de “dios”, cercano al supehombre de Nieztche, en el film, y demostrándolo.
Sin duda, una genialidad, que comparto para los que no la hayan visto y les interese ver.
Porque es prácticamente historia del cine, y, en cuanto que traspasa los márgenes del simple cine y pasa a crear citas, tributos y homenajes en otras obras artísticas, también se convierte en historia de la humanidad.
Por último, genial canción de The Doors (les estoy cogiendo gustillo xD), actuando como increíble obertura de la película.
P.D: Siendo la longitud, los vídeos del YouTube engañan bastante xD, y siento también el tiempo que ha tardado esto en salir adelante, pero, la verdad, no me sentía impulsado a escribir.
En fin, otra recomendación, imprescindible en la mente de cualquier aficionado al buen cine. Espero que haya gustado, que haya sido mínimamente interesante, y espero volver pronto, ¡saludos!
lunes, 15 de junio de 2009
Medley
Después de llevar una vida volando, una vida que no sabía cuánto había durado, allí estaba, posada, entre el desconcierto y la impotencia, con las alas replegadas sobre el cuerpo. No podía volverlas a abrir, no entendía por qué razón pasaba eso. No lo conseguía, era como si estuviesen soldadas, pero ella sabía que no lo estaban. Eran sus alas, sus alas de siempre, las que siempre la habían mantenido rasgando el aire, deslizándose entre nube. Sólo que nunca había aprendido a abrirlas, porque siempre se habían desplegado ellas solas, porque le daba la impresión de que toda su vida habían estado desplegadas.
Pasó mucho tiempo así, tal vez años, quién sabe, sin conseguir resucitar sus alas. De qué servía, se preguntaba el pájaro, si ya no podía volar, que era su principal propósito en la vida. ¿De qué servimos cuando no podemos volar? En principio, pensó, podemos servir para aprender a volar de nuevo.
Aún así, era imposible. Sabía de sobra que ya lo había intentado, y no lo consiguió. Con el tiempo fue perdiendo la esperanza, y dejó de absorber luz. Se tornó en un negro abrillantado que la hizo igual a la mayoría de las águilas oscuras.
Un buen día apareció alguien, o eso pensaba el animal. Realmente no lo sabía, hacía tiempo que no sabía qué creer. Esa persona, si es que era real, agarró la punta de sus alas, y con un suave y ligero movimiento las abrió, de una vez y sin esfuerzo, con una sonrisa que inspiraba sabiduría, felicidad y cercanía. Justo en ese momento, la luz empezó a deslizarse otra vez dentro del ave. Él la agarró con las dos manos, y, con un ligero impulso, la expulsó hacia los cielos. Y voló.
Ahí estaba otra vez, con el aire dándole en sus agraciados ojos, viendo todo debajo de sí. En su nuevo primer vuelo pasó sobre un campo de trigo, y el aire que dejó tras de sí los agitó como si de un vendaval se tratase. Y allí, en la lejanía, estaba aquel que la “revivió”. Voló sin dudarlo hacia él, descendió en picado, y estiro su garra para apresar su dedo anular. Y así, los dos, ascendieron hasta que se perdieron en el azul del cielo.
viernes, 5 de junio de 2009
Fuerza
Alea jacta est, recuerdo, me decía él antes de estos momentos. Y realmente tenía razón, la suerte está echada, ya no hay nada más que hacer. Aún así, como si intentara, inútilmente, recuperar y reutilizar ese dicho en mi favor para tranquilizarme, me doy cuenta que de poco me sirve, más que de saberlo. Aunque no está mal saberlo, es interesante, me digo mientras hago un gesto de afirmación con la cabeza.
Esta vez estoy más preparado, eso lo tengo claro. Y aquí viene. Repaso dentro de mí todas la estrategias que tengo para enfrentarme a esto, implorándole a lo que quiera que esté ahí arriba, mirándome, aunque más bien burlándose de mí, que me sirvan para algo.
Intento calmarlo evadiéndome: cesped, estrellas, Pepsi Twist, el arpegiado inicial de One... Es una pena que nada lo logre, y no entiendo el porqué, pero es así. Finalmente me rendí a esperar a que se cansase de llamar la atención de esa forma. Y así fue.
No sé si vencí, ni si perdí. Ahora mismo no quiero saberlo. Ahora mismo sólo quiero estar, sólo quiero pensar. Pensar en todo lo que me queda por luchar, pensar en mi, pensar en ti. Sólo saber que estoy plantando cara, saber que he recuperado mis zapatos, y vuelvo a andar.

P.D: No creo que sea demasiado difícil adivinar de qué va. Épocas difíciles para un universitario venido a menos (xD), pero, la verdad, para mí es una experiencia catártica salpicar palabras en una hoja en blanco, y, ya sea en la cima de una montaña o sumergido en apuntes, dejar algo de lo que pueda o no sentir en estos momentos. Es lo bueno de la vida, cada segundo es rescatable, sea como sea: malo, bueno, aburrido, estresante, placentero, y un largo etc. Espero que haya gustado, y, ¡hasta pronto!
martes, 26 de mayo de 2009
De simbolización y publicidad
¿Qué ha hecho Apple para llegar a ser tan venerada dentro del mundo informático y, en general, de aficionados a la electrónica?
Apple ha jugado como ninguna otra compañía, y lo ha hecho poco a poco, ganando adeptos a base de méritos, como si del boca a boca del sector hablásemos. Ha creado una religión, tal vez sin quererlo, tal vez queriéndolo, inteligentemente.
Desvinculándose desde el principio de la informática “vulgar”, la compañía de Cupertino enfocó su mercado a algo más, aunque ello repercutiese en el precio de sus productos. Ofrecían (y ofrecen) calidad, efectividad y diseño, pero, por supuesto, previo reembolso. Tanto es así, que tiempo atrás (hoy la diferencia económica es prácticamente inexistente con la competencia), los productos que lucían la conocida manzana mordida eran considerados exclusivos, dirigidos a gente pudiente, o a verdaderos profesionales.
Así podemos ver que en prácticamente en todas las puntas de la profesionalidad se encuentran Mac’s: diseño digital, publicidad, edición de video, edición de sonido, etc. Suponen lo mejor, llevan asociada la imagen de lo mejor, de la calidad, ligada al estilo.
Justo en cuanto a imagen es a lo que quisiera referirme. Y es ahí en lo que el producto Apple evoluciona.
La publicidad ha cambiado. Los publicistas inteligentes han pasado de mostrarnos las ventajas de su producto, enumerándolas y dejándonos claro por qué razones son mejores que las de la competencia, a mostrarnos cosas más complejas: sensaciones, emociones.
Porque ya no consiste en que el cliente sea atraído a la tienda a comprar, consiste en que, después de comprar, el cliente se sienta orgulloso de lo que ha hecho. Que sienta, y no tanto que observe y experimente pragmáticamente. El asunto aquí es que Apple ya hacía esto en la década de los noventa: un anuncio de ordenadores en los que no hay ni un ordenador.
He ahí el paso al símbolo, el paso de lo material a lo, falsamente (aunque no del todo falso), espiritual, donde, sin darnos del todo cuenta, compramos sensaciones, más que productos.
Y así es como este símbolo, , se convierte en simbología pop, e incluye dentro de sí la sensación de pertenencia, calidad, y elitismo. Los lleve realmente o no.
Entonces, ¿qué podemos concluir de la empresa y sus gadgets? Yo concluyo, personalmente, que la calidad está ahí, porque no viene sólo de un bando, sino de varios. Y aunque el “embrujo manzanero” esté presente, cegando al usuario mackero, algo es seguro: aunque el salto cualitativo no sea tan inmenso como a veces se hace ver, lo hay, y la experiencia de uso lo merece.
P.D.: La esencia del tema sobre publicidad está sacada de este genial video en Reflexiones de Repronto, y del blog Tabula Rasa el tema de Apple.
P.P.D: Escrito en un MacBook xD.
lunes, 18 de mayo de 2009
Luminancia
El sol me da en la cara. Levando la mirada, buscando algo que tal vez ni yo sepa qué es, y noto las gotas de sudor cayéndome por las sienes.
Encima, absolutamente nada. Pura inmensidad, que me llena de congoja, acompañada de luz y un azul que se pierde en el tiempo. Durante un momento me pregunto qué importancia podemos tener, perdidos en medio de un universo sin fin, que posiblemente nunca entenderemos. Milésimas, no, millonésimas parte de un sistema, que escapa al entendimiento.
Debajo, nada. Arena, que comienza a caldearse a una velocidad vertiginosa, y quema mis descalzos pies. Me planteo cuántos granos habrán, y, sobre todo, si realmente valgo más que un puñado de ellos. Lo cierto es que si es así, tal vez nunca lo sepa. Pero, como de casualidad, me doy cuenta de que estaba equivocado, sí que hay algo entre la arena. Algo que jamás pensé que pudiera estar aquí, y que durante un instante, dudo en coger, superando el miedo al segundo.
Una roca, pero no una cualquiera. Produjo en mí una sensación que jamás había sentido. Era puro hielo, pero desprendía un calor reconfortante. No pude entenderlo. ¿Qué hacía allí, a mi lado, perdido en medio de la “nada”? ¿Estaba destinado a encontrarla? Y, como atravesado por un rayo, me di cuenta. Volví a alzar la vista hacia el espacio, y lo vi. Un haz azul partió el cielo en dos. ¡Era un trozo de cometa!
Muchas veces, parece que generar obras medianamente artísticas depende del estado de ánimo. Yo pienso que, si por lo menos queremos que trasmitan algo de verdad, es cierto. Porque los textos, las canciones, las pinturas o cualquier tipo de expresión de arte, cuando van cargados de emoción, de alguna forma irradian luz, y se sienten dentro.
Si por algo fueron famosos fue por transmitir y evocar, y así, prácticamente toda su discografía sirve como ejemplo.
Words are flowing out like endless rain into a paper cup,
They slither while they pass, they slip away across the universe
Pools of sorrow, waves of joy are drifting through my open mind,
Possessing and caressing me.
P.D.: Pido perdón por la eternidad que tardé en poner la siguiente entrada, pero, sinceramente, estaba en sequía xD. Y a la vez doy las gracias a la cosa y a la persona que han evocado este delirio (^^). La próxima con suerte no tardará mucho en aparecer, básicamente ya está escrita xD, e irá sobre la publicidad, y de Apple. Espero que haya gustado y ¡hasta pronto!
miércoles, 6 de mayo de 2009
De ironías y lógica
Evolucionamos, estamos constantemente cambiando, pero, de alguna forma, nuestra vida acaba basada en algo que nos llama la atención en un momento concreto. Puede resultar hasta macabro.
Creo no ser el único que durante su vida ha querido ser cientos de cosas. Pasé la infancia convencido de convertirme en piloto de aviones. Continué creciendo y por mi mente pasaron muchas profesiones: historiador, arqueólogo, mecánico, informático, músico, ¡hasta físico quise ser! En fin, por vicisitudes de un más que caprichoso destino, aquí estoy, y seguro que gracias a él estarán leyendo estas lineas, porque a fin de cuentas, así han sido las cosas.
Pero las preferencias cambian, y además con una facilidad pasmosa. Basta un detalle. Una figura para nosotros respetable que muestre cierta característica. Alguien a quien apreciamos que demuestre interés por algo que, de primeras, no nos gusta. Prejuicios que, con una valentía reseñable, derribemos. Basta que abramos los ojos. Basta que maduremos, para que algo cambie dentro de nosotros, apenas queriéndolo. Y, visto así, es la historia de mi vida. La de la mía y la de todos. Porque, de alguna forma, nada es tan sencillo, ni tan superficial, y, por supuesto, una cosa nunca quita la otra.
Así se nos presentan miles de encrucijadas. Pero, viéndonos en esta situación, ¿en qué podemos confiar? ¿Deberíamos confiar en lo que en ese momento son nuestros gustos o preferencias? ¿Los mismos que en un tiempo pueden cambiar radicalmente? No tengo la respuesta. Somos, irónicamente, seres ilógicos que pretenden seguir la más recta de las lógicas.
Pero algo puedo imaginar, o en algo puedo creer. En que por lo menos sabemos cómo guiar adecuadamente lo que hacemos, y si, ustedes, lectores, son de algún modo como yo, cuestionadores natos y algo indecisos, será a lo poco a lo que, en época de dudas, podremos firmemente agarrarnos.
Y como, simplemente, me hace feliz (xD) dejo aquí esta pedazo de canción, que, en lo que de momento es mi corta vida, considero la mejor que he escuchado, del mejor disco que he escuchado (probablemente acabe en “Genialidades”). Aunque a saber lo que me deparará el tiempo... Más bien lo que nos deparará a todos.
P.D: Entrada algo más ligera y menos simbólica que lo que venía a ser la dinámica actual, pero no quisiera convertir el blog en un libro de relatos xD, a fin de cuentas se pueden expresar emociones y pensamientos de muchas formas, y la naturalidad es una de ellas. Espero que haya gustado, haya hecho pensar, y ¡hasta pronto!
lunes, 27 de abril de 2009
Abismo Rebosante
martes, 14 de abril de 2009
Realmente, el amor está en todos los sitios
Peculiar tema dentro del registro de Delirio Filosófico. Y todo viene por una película que no esperaba ver y, sobre todo, no que fuese, a su modo y dentro de su estilo, tan buena: Love Actually.
Uno de los puntos fuertes de Love Actually está en la recopilación que hace. Muestra el fenómeno no fundamentado, inexplicado y desconocido (xD) que llamamos amor desde muchas perspectivas posibles del día a día: la pareja que acaba de casarse y flota en nubes de algodón de azúcar, ese hombre que hace poco perdió a su esposa y puede ver más claramente que nunca cuán grande fue su amor hacia ella, una pareja madura con peligros de infidelidad, el chico enamorado de la novia de su mejor amigo a la que evita para no meterse entre ellos, un primer ministro que se deja absorber por una secretaria simpática, patosa y regordeta, dos personas que ni hablan el mismo idioma, un niño y su amor infantil, y más que posiblemente me dejo.
Todo esto, acompañado de un sutil y elegante humor propio de la isla británica, unos actores más que dignos, y un sentimiento de calidez y cercanía hacen de Love Actually, desde mi punto de vista, tal vez la mejor comedia romántica que haya visto, a bastante distancia de todas las demás.
lunes, 13 de abril de 2009
Símbolos

Una vez tuve un sueño. Iba caminando desconcertado por un pasillo, y me di cuenta de algo: no tenía puertas. En lugar de eso, había unas pocas ventanas, que además, al mirar por ellas, parecían a una altura fuera de la vista del hombre. Pude apreciar algo más: no había salida, y pese a que mi mente me decía que debía hacerlo, no quería lanzarme. Como un monstruo poseído por la ira, me descargué a cabezazos con la pared. Notaba las gotas de sangre resbalar por mi cara, incluso podía saborear su ferroso gusto, justo en el momento en el que me percaté de que caía en picado con un peso inusitado, sin solución posible.La caída fue una experiencia placentera, a fin de cuentas ahí sí que nada podía salir mal. Hasta llegar al suelo, lógicamente.Por mi alrededor pasaron centelleando rostros conocidos: amigos, familiares, amores y compañeros, que al desaparecer dejaron un brillo ecléctico, y me hicieron cerrar los ojos.- Ha pasado. Eso fue lo más que pude rescatar de aquel cúmulo de sonidos casi irreconocible, información que además encontré del todo fútil, de primeras.Entonces, dentro de la penumbra de mis párpados, como si de huellas fotográficas se tratase pude ver un reloj, un pan, un libro y un líquido rojo que reconocí como sangre.El golpe era inminente, pero de repente, un águila de un color negro que devoraba la luz, descendió repudiada por el cielo a una velocidad asombrosa y me agarró por el dedo anular. Aunque había recibido parte del golpe, el ave celestial consiguió rescatarme, aún notando un brazo dislocado, y sangre saliendo de mi boca.Finalmente, me encontré vagando en pleno mar, rodeado de agua, sólo que no era salada. Inexplicablemente me embargó un sentimiento pleno de esperanza, que, automáticamente, produjo que brotaran de mi ombligo miles de ramas, confeccionando un impresionante avión clásico. Un soplo feroz de aire me proporcionó un rápido vuelo, que me hacía ascender sin rumbo ni final posible. A lo lejos, a mi pesar, se encontraba aquel edificio, que se perdía en la inmensidad, y al que parecía dirigirme nuevamente sin opción.
martes, 31 de marzo de 2009
Visión reivindicativa (I)
Visión Reivindicativa I: El consumismo y El Club de la Lucha
¿Necesitamos todo lo que tenemos?. ¿Nos hace mejores personas?. ¿Por qué razón, entonces, nos afanamos por tener?. Pese a que pueda ser difícil de descubrir de primeras, de esto va El Club de la Lucha, novela de Chuck Palahniuk y película de David Fincher, que ha conseguido trascender en la sociedad y cultura moderna de una forma brutal, incluso me atrevería a decir que incomprendida.
La historia relata la vida del protagonista, que no tiene nombre con el fin de que nos identifiquemos con él, aunque suele oirse que se dirigen a él como Jack (en inglés Jack y John a veces tienen el valor de un Fulanito español).
Jack es un ciudadano más, una abeja del panal. Tiene un trabajo estable, una situación normal y dinero, que usa para consumir: ropa de las más elegantes marcas, muebles suecos, electrodomésticos de último modelo y demás. A fin de cuentas, formas de escapar de su vida, fuera de sentido, y de sus problemas, como el fuerte insomnio que padece. Y un día, en uno de sus muchos viajes de empresa Jack conoce a Tyler Durden.
Tyler es la reencarnación de la filosofía del martillo moderna, de la visión nihilista, y durante la historia nos regala mil citas dignas de recordar sobre el tema. Es un puro defensor del ser humano en sí, y no de sus variantes "alienadas" por la sociedad de consumo extrema, del individualismo y de la competitividad. De ahí nace el Club de la Lucha, una simple forma de abstraerse del mundo, como si de la televisión, los videojuegos o las drogas se tratara. En ese momento, el hombre no es más que hombre, en lucha contra otro. Una forma de llegar el mínimo común denominador, y de darnos cuenta de lo que somos primitivamente.
A raíz de Tyler y los integrantes del club aparece el Proyecto Mayhem, cuyo plan principal es destruir los edificios más importantes de tarjetas de crédito de Nueva York, para así crear un status quo, un punto de comienzo para la sociedad.
De esta forma, me siento obligado a destacar el verdadero mensaje (no demasiado oculto) de la novela/película, claramente sin caer en el radicalismo. Simplemente les recomiendo mucho que la vean, y si es así, que sea por segunda vez xD, desde un enfoque más reivindicativo, porque El Club de la Lucha, de lo que menos va es de un club en los que la gente pelea entre sí. A lo mejor deberíamos hacer caso a nuestro propio Tyler Durden, y crear una revolución, a saber si seríamos más felices sin todos nuestros bienes de consumo.
"Persigues a la gente de quien dependes, preparamos tus comidas, recogemos tu basuras, conectamos tus llamadas, conducimos tus ambulancias y te protegemos mientras duermes.. Así que no te metas con nosotros."
P.D: Visión reivindicativa espero que se convierta en una serie de entradas sobre denuncia social en base a obras de arte, y, sobre todo, dirigida al mundo obrero, ese del que somos protagonistas, y en el que, de una forma u otra, debemos revelarnos y defender nuestros derechos. Saludos en general, y en especial a todos los jocistas, que hacen algo por cambiar el mundo. ¡Hasta pronto, lectores!
domingo, 22 de marzo de 2009
Aprendiendo a Vivir
P.D.: Sí, soy un fanboy de Dream Theater ^^. ¡Saludos, lectores!
viernes, 13 de marzo de 2009
Desde un avión

sábado, 28 de febrero de 2009
La espiga de trigo

viernes, 27 de febrero de 2009
Genialidades - Watchmen
