Podemos definir el arte como el producto de la habilidad creativa, la expresión de la sensibilidad, la novedad, la innovación, y, por supuesto, la capacidad de calar en una cultura, de convertirse en culta, cultural. De esta forma, ciertos tipos de obras artísticas trascienden épocas, estilos, rompen moldes, inspiran. Hacen historia, tanto para los que saben del área como, en algunos casos, para los que no.
En este caso, volvemos ha hablar de cine (que hacía tiempo ya), concretamente de la cinta bélica de Francis Ford Coppola, estrenada en 1979, Apocalypse Now (Apocalipsis Now en español).
La película narra la historia de Willard, un capitán en plena guerra de Vietnam al que se le entrega la misión de buscar y matar al coronel Kurtz, que aparentemente ha perdido el juicio, y se ha instalado río arriba, autoproclamandose lider de la tribu Montagnard, que lo adoran como a un dios.
Durante el ascenso del río, el capitán Willard, a la vez que investiga y se fascina cada vez más por el curriculum de Kurtz, descubre la guerra en estado puro, y lo que no es la guerra también. Se deslizan en pantalla un sinfín de personajes, escenas y episodios que hacen de Apocalypse Now una obra casi homérica. Se predispone al recuerdo y, a fin de cuentas, a hacer historia, dejando escenas que quedarán en la historia del cine.
Es difícil despreciar algo, porque todo es, a su modo, impresionante. Robert Duvall, como se puede ver arriba, en su papel de comandante más preocupado por hacer surf que por lo que es la guerra en sí, un Lauren Fishbourne jovencísimo y, digamos flacucho, Martin Sheen haciendo el papel de su vida, y Marlon Brando en calidad de “dios”, cercano al supehombre de Nieztche, en el film, y demostrándolo.
Sin duda, una genialidad, que comparto para los que no la hayan visto y les interese ver.
Porque es prácticamente historia del cine, y, en cuanto que traspasa los márgenes del simple cine y pasa a crear citas, tributos y homenajes en otras obras artísticas, también se convierte en historia de la humanidad.
Por último, genial canción de The Doors (les estoy cogiendo gustillo xD), actuando como increíble obertura de la película.
P.D: Siendo la longitud, los vídeos del YouTube engañan bastante xD, y siento también el tiempo que ha tardado esto en salir adelante, pero, la verdad, no me sentía impulsado a escribir.
En fin, otra recomendación, imprescindible en la mente de cualquier aficionado al buen cine. Espero que haya gustado, que haya sido mínimamente interesante, y espero volver pronto, ¡saludos!
lunes, 29 de junio de 2009
lunes, 15 de junio de 2009
Medley
Una sombra cruzó el cielo, mientras descendía una velocidad vertiginosa hasta dar con la tierra. Era un águila totalmente negra, tan negra que absorbía la luz.
Después de llevar una vida volando, una vida que no sabía cuánto había durado, allí estaba, posada, entre el desconcierto y la impotencia, con las alas replegadas sobre el cuerpo. No podía volverlas a abrir, no entendía por qué razón pasaba eso. No lo conseguía, era como si estuviesen soldadas, pero ella sabía que no lo estaban. Eran sus alas, sus alas de siempre, las que siempre la habían mantenido rasgando el aire, deslizándose entre nube. Sólo que nunca había aprendido a abrirlas, porque siempre se habían desplegado ellas solas, porque le daba la impresión de que toda su vida habían estado desplegadas.
Pasó mucho tiempo así, tal vez años, quién sabe, sin conseguir resucitar sus alas. De qué servía, se preguntaba el pájaro, si ya no podía volar, que era su principal propósito en la vida. ¿De qué servimos cuando no podemos volar? En principio, pensó, podemos servir para aprender a volar de nuevo.
Aún así, era imposible. Sabía de sobra que ya lo había intentado, y no lo consiguió. Con el tiempo fue perdiendo la esperanza, y dejó de absorber luz. Se tornó en un negro abrillantado que la hizo igual a la mayoría de las águilas oscuras.
Un buen día apareció alguien, o eso pensaba el animal. Realmente no lo sabía, hacía tiempo que no sabía qué creer. Esa persona, si es que era real, agarró la punta de sus alas, y con un suave y ligero movimiento las abrió, de una vez y sin esfuerzo, con una sonrisa que inspiraba sabiduría, felicidad y cercanía. Justo en ese momento, la luz empezó a deslizarse otra vez dentro del ave. Él la agarró con las dos manos, y, con un ligero impulso, la expulsó hacia los cielos. Y voló.
Ahí estaba otra vez, con el aire dándole en sus agraciados ojos, viendo todo debajo de sí. En su nuevo primer vuelo pasó sobre un campo de trigo, y el aire que dejó tras de sí los agitó como si de un vendaval se tratase. Y allí, en la lejanía, estaba aquel que la “revivió”. Voló sin dudarlo hacia él, descendió en picado, y estiro su garra para apresar su dedo anular. Y así, los dos, ascendieron hasta que se perdieron en el azul del cielo.
Después de llevar una vida volando, una vida que no sabía cuánto había durado, allí estaba, posada, entre el desconcierto y la impotencia, con las alas replegadas sobre el cuerpo. No podía volverlas a abrir, no entendía por qué razón pasaba eso. No lo conseguía, era como si estuviesen soldadas, pero ella sabía que no lo estaban. Eran sus alas, sus alas de siempre, las que siempre la habían mantenido rasgando el aire, deslizándose entre nube. Sólo que nunca había aprendido a abrirlas, porque siempre se habían desplegado ellas solas, porque le daba la impresión de que toda su vida habían estado desplegadas.
Pasó mucho tiempo así, tal vez años, quién sabe, sin conseguir resucitar sus alas. De qué servía, se preguntaba el pájaro, si ya no podía volar, que era su principal propósito en la vida. ¿De qué servimos cuando no podemos volar? En principio, pensó, podemos servir para aprender a volar de nuevo.
Aún así, era imposible. Sabía de sobra que ya lo había intentado, y no lo consiguió. Con el tiempo fue perdiendo la esperanza, y dejó de absorber luz. Se tornó en un negro abrillantado que la hizo igual a la mayoría de las águilas oscuras.
Un buen día apareció alguien, o eso pensaba el animal. Realmente no lo sabía, hacía tiempo que no sabía qué creer. Esa persona, si es que era real, agarró la punta de sus alas, y con un suave y ligero movimiento las abrió, de una vez y sin esfuerzo, con una sonrisa que inspiraba sabiduría, felicidad y cercanía. Justo en ese momento, la luz empezó a deslizarse otra vez dentro del ave. Él la agarró con las dos manos, y, con un ligero impulso, la expulsó hacia los cielos. Y voló.
Ahí estaba otra vez, con el aire dándole en sus agraciados ojos, viendo todo debajo de sí. En su nuevo primer vuelo pasó sobre un campo de trigo, y el aire que dejó tras de sí los agitó como si de un vendaval se tratase. Y allí, en la lejanía, estaba aquel que la “revivió”. Voló sin dudarlo hacia él, descendió en picado, y estiro su garra para apresar su dedo anular. Y así, los dos, ascendieron hasta que se perdieron en el azul del cielo.
I've defected...
viernes, 5 de junio de 2009
Fuerza
Un paso menos. Es lo poco que hace el intento de pasarse por mi cabeza antes de llegar. Otro paso menos. ¿Estoy preparado? Sólo espero que sí, pero, ni lo sé, ni probablemente lo sepa nunca. Voy a la “batalla”, y, dentro de mí, escucho los estruendos de otra en mi interior. Me pregunto qué dos bandos de mí estarán destruyéndose. Espero que la razón no esté entre uno de los dos, por mi bien.
Alea jacta est, recuerdo, me decía él antes de estos momentos. Y realmente tenía razón, la suerte está echada, ya no hay nada más que hacer. Aún así, como si intentara, inútilmente, recuperar y reutilizar ese dicho en mi favor para tranquilizarme, me doy cuenta que de poco me sirve, más que de saberlo. Aunque no está mal saberlo, es interesante, me digo mientras hago un gesto de afirmación con la cabeza.
Mientras, durante mis divagaciones interiores, veo luz, rostros, cuerpos, pero no alcanzo a comprenderlos, ni falta que hace ahora mismo. Como un autómata me dirijo surcando un carril mental hacia donde tengo que ir, y, curiosamente, acabo ocupando un sitio en el que, si la memoria no me falla, debo haber estado como tres o cuatro veces más. Curiosa casualidad, tal vez no.
Esta vez estoy más preparado, eso lo tengo claro. Y aquí viene. Repaso dentro de mí todas la estrategias que tengo para enfrentarme a esto, implorándole a lo que quiera que esté ahí arriba, mirándome, aunque más bien burlándose de mí, que me sirvan para algo.
Esta vez estoy más preparado, eso lo tengo claro. Y aquí viene. Repaso dentro de mí todas la estrategias que tengo para enfrentarme a esto, implorándole a lo que quiera que esté ahí arriba, mirándome, aunque más bien burlándose de mí, que me sirvan para algo.
Primer vistazo. Conclusión: en paz descanse, yo y mi alma. Pero intento no perder el enfoque con vaticinios. Y “lucho”, como un maldito espartano, con todo lo que puedo. Dentro de mí, ahora parece que es el corazón el que está en guerra, pero luchando contra mi cuerpo, contra mi pecho, intentando salir.
Intento calmarlo evadiéndome: cesped, estrellas, Pepsi Twist, el arpegiado inicial de One... Es una pena que nada lo logre, y no entiendo el porqué, pero es así. Finalmente me rendí a esperar a que se cansase de llamar la atención de esa forma. Y así fue.
No sé si vencí, ni si perdí. Ahora mismo no quiero saberlo. Ahora mismo sólo quiero estar, sólo quiero pensar. Pensar en todo lo que me queda por luchar, pensar en mi, pensar en ti. Sólo saber que estoy plantando cara, saber que he recuperado mis zapatos, y vuelvo a andar.

P.D: No creo que sea demasiado difícil adivinar de qué va. Épocas difíciles para un universitario venido a menos (xD), pero, la verdad, para mí es una experiencia catártica salpicar palabras en una hoja en blanco, y, ya sea en la cima de una montaña o sumergido en apuntes, dejar algo de lo que pueda o no sentir en estos momentos. Es lo bueno de la vida, cada segundo es rescatable, sea como sea: malo, bueno, aburrido, estresante, placentero, y un largo etc. Espero que haya gustado, y, ¡hasta pronto!
Intento calmarlo evadiéndome: cesped, estrellas, Pepsi Twist, el arpegiado inicial de One... Es una pena que nada lo logre, y no entiendo el porqué, pero es así. Finalmente me rendí a esperar a que se cansase de llamar la atención de esa forma. Y así fue.
No sé si vencí, ni si perdí. Ahora mismo no quiero saberlo. Ahora mismo sólo quiero estar, sólo quiero pensar. Pensar en todo lo que me queda por luchar, pensar en mi, pensar en ti. Sólo saber que estoy plantando cara, saber que he recuperado mis zapatos, y vuelvo a andar.

P.D: No creo que sea demasiado difícil adivinar de qué va. Épocas difíciles para un universitario venido a menos (xD), pero, la verdad, para mí es una experiencia catártica salpicar palabras en una hoja en blanco, y, ya sea en la cima de una montaña o sumergido en apuntes, dejar algo de lo que pueda o no sentir en estos momentos. Es lo bueno de la vida, cada segundo es rescatable, sea como sea: malo, bueno, aburrido, estresante, placentero, y un largo etc. Espero que haya gustado, y, ¡hasta pronto!
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