lunes, 7 de mayo de 2012

Sorel

Hagamos una tregua de verdades desagradables. Cito a Stendhal en una de las frases más contundentes y cargadas de contexto que residen en Rojo y Negro, un libro que, más o menos como cada cosa que toca mi vida, me ha cambiado un poco por dentro.

Si hay una cosa con la que disfruto es identificándome, me gusta pensar que es para lo que un autor plasma sus ideas en una obra, entre otros planteamientos. Para que alguien las reciba, las adapte, y las sienta como suyas. Para que las sensaciones se evoquen desde dentro y sean prácticamente reales.

El psicologismo de Stendhal es arrollador. Me resulta enormemente difícil no "ser" Julian Sorel. Me cuesta no analizar cada paso, cada palabra, cada conversación. Darle valencia, ponderarla, apreciar los adelantos y atrasos, sentir cómo de acertadas han sido las palabras, medir los gestos, las miradas. Pensar en cómo habré quedado en visión del interlocutor, pensar en qué clase de espíritu piensa que tengo. Y dejar volar una imaginación que adelanta hechos.

Y tal vez, como mismo dice el omnisciente Stendhal en la segunda parte del "Negro", ese sea nuestro peor enemigo. Una imaginación voraz que nos absorve, y nos hace, no recrear, sino crear situaciones que aún no han ocurrido, crear expectativas que luego no se cumplen y vernos a expensas de un destino que nunca sigue los pasos que nosotros, torpemente, pensamos que podemos dictarle.

Lo cierto es que nunca podré saber cómo funciona la mente que tengo al lado, simplemente puedo teorizar, recordando a Gauss, que lo más probable es que opere en mayor o menos medida como la mía. Pero es inevitable sentir el sobreproceso, es inevitable pensar que hay una manera más sencilla, y que tal vez así todo sea más ligero, más fácil. Pero no es lo que quiero.

¿Y cuáles son las verdades desagradables? ¡Cuáles no lo son, más bien! En principio que uno decide como desempeñar lo cotidiano y lo no tan cotidiano. Mi elección, como confío ya sabrán, es aceptar que el camino es complejo y angosto. Que siempre hay una dificultar inevitable, un escalón que subir. Por ello merece que estemos preparados.


Y como siempre me gusta dejar música, dejo esta gran canción que me encanta.

P.D: Hoy en día, el tono de la entrada puede resultar absurdamente pedante, no es la intención. Se le podría llamar homenaje, tal vez lo sea, pero también me gusta pensar que uno debe caer en excesos a veces para alcanzar algo real. No hay duda de que esa idea da para filosofar en otra u otras entradas. Más desenfadadamente, confío en que haya gustado, siento que últimamente me abro mucho más en este espacio y espero que estén disfrutando algo de mis desvaríos. Y saben que están invitados a reflexionar (o como mínimo a hacerlo torpemente como yo xD) en los comentarios. ¡Hasta pronto!

lunes, 16 de abril de 2012

Correa

Siempre le he dado vueltas al asunto de la sensibilidad, en cómo hay gente que tiene un umbral muy profundo en cuanto a la sensibilidad, a lo que tienen alrededor.

Hace poco leía en el Facebook de un amigo un estado sobre por qué no trascendemos un poco de la fugacidad del día a día para maravillarnos con algo tan simple como la existencia. De primeras me pareció algo salido de una volada de THC, pero no dejaba de tener su sentido.

En fin, que siempre me he considerado una persona sensible para casi todo lo artístico, aunque nunca tanto como me gustaría. Por eso cuando tenemos la oportunidad de encontrarnos, aunque sea como meros espectadores, con alguien que desprende sensibilidad, profundidad, espíritu, en sí el momento se convierte en un disfrute. 

Es por eso que dentro de mí algo se retuerce de puro placer, a la vez que de puro dolor. El placer de disfrutarlo, de dar un pequeño viaje interior en el alma o los símbolos de alguien, y el dolor de sentir que uno se queda a las puertas, que siempre hay alguien que está más allá, que va a profundizar más y a "sentir" más. 

Por eso pienso, sin mucha preocupación, que aunque me siento completamente bien con mi sensibilidad, nunca seré tran profundo como lo es ella. Pero lo intentaré, lo prometo.


El hilo del tiempo - Teresa Correa

jueves, 12 de abril de 2012

La vida y sus personajes

Últimamente me siento espectador. Esa sensación de que hay algo que se escapa, de que hay una pieza que no termina de encajar.


Me siento a ver, a "disfrutar". Veo personajes, veo caracteres casi dramáticos, paródicos. Alguien que cala al primer vistazo, alguien que que siempre tiene algo que decir, alguien continuamente rodeado de personas, alguien con un fuerte halo de superioridad, alguien cercano, alguien cariñoso, alguien agradable, alguien pesado...


Y aquí estoy yo, viendo la película. Como Willard, con poco que decir, pero haciendo. Haciendo vida, solucionando problemas, viviendo, intentando dejar huella como puedo. Subiendo un río en barca rodeado de gente interesante, encontrando cada día gente más peculiar. Y saco un cigarrillo y lo enciendo. No es el primero, ni el último


La luz se pulveriza en el horizonte, la noche cae y las estrellas se hacen añicos en el cielo.


¿Seré yo también un personaje para sus vidas? ¿Seré recordado como lo fue Kurtz? O es la pesadumbre, o lo dudo.



[Tengo que volver a verla...]

miércoles, 15 de febrero de 2012

Éxodo

Qué fácil es pasar por la vida de puntillas. Es fácil, en realidad, uno lo hace a veces automáticamente, sin darse cuenta del todo. Él se propuso no hacerlo, se propuso llevarse cada detalle que pudiera asir de su alrededor.


Se propuso escuchar el más mínimo detalle de la vida de alguien, imprimir su huella en una linea de bajo o dejar representada la amistad o el amor que pueda sentir hacia alguien en una foto. O hacerla, o escribir en una pared. La forma no era lo importante.


Tánate se presentó, como de costumbre, pero sin dirigirse personalmente. Paseó al rededor, básicamente porque él la había invocado con su mente. Ella lo miró armada, pero él no le devolvió el gesto, no directamente: miró detrás de ella. No era el problema real, el problema real era que ella llegase antes que la última sensación que le pertenecía.


En realidad, esa sensación no era otra que la avaricia, la avaricia de llegar a sentirlo todo, para bien o para mal. El miedo no estaba en si su vida acababa, sino en si acababa antes de poder enriquecerse un poco más. 


Tánate se fue, aunque un día volvería y no sólo le dedicaría una mirada. Él se quedó, y reanudó su avance después de esa ínfima parada, y sintió como caminaba a través de una nube de arena. Abrió sus brazos y sus dedos, la arena lo acariciaba y se escapaba rápidamente, pero aún así, dejaba marca.




"And the Sun wil rise, Down will break throught the blackest night"

martes, 7 de febrero de 2012

Reflexiones audiovisuales


El fundido a blanco de A Dos Metros Bajo Tierra
La fotografía nocturna en Taxi Driver
El alto contraste y baja saturación de El Club De La Lucha
El blanco y negro exquisito de Ed. Wood
El diafragma f0.7 de Barry Lyndon
El plano Snorry de Requien Por Un Sueño
El ritmo pausado de los Cohen
Los increíbles diálogos y soliloquios de Tarantino
La iluminación casi escénica y espectacular de Ciudadano Kane
La excelencia audiovisual de Ford Coppola
El plano Punto de Vista de Breaking Bad



Como siempre, el cine es mucho más que lo que vemos, es más que una historia que gusta o aburre, son mil detalles que lo convierte en apasionante para el que quiere abrir aún más los ojos.